miércoles, 5 de mayo de 2010

Uno.


Me quiere. No me quiere. Me quiere. No me quiere. Me quiere. ¿Y quién me quiere? ¡Qué estupidez!

- ¡Auuuu! ¿Pero qué haces?-chillé mientras me frotaba el pelo.
- Te lo merecías.-dijo sonriendo Carlota.- Deja de deshojar margaritas y ven.


Me levanté, aún con la cabeza dolorida. Vaya tortazo me había pegado la muy idiota. En realidad la idiota era yo, 20 años y jugando a juegos de niños.
Carlota era una buena chica, alocada y divertida. En dos palabras: mi amiga.


- ¿Has visto que bien se ve el mar desde aquí?-dijo Carlota sentada en aquel pequeño acantilado, mirando en línea recta, como si hubiese encontrado el final del mar.
- ¿Para qué me traes aquí? ¿Para ver el mar? Cada día estás más loca de verdad, con todas las cosas que tenemos que hacer y estamos aquí perdiendo el tiempo. No se si sabes que…-me resultó imposible terminar la frase.

Carlota había saltado dejando sus zapatos a mi lado. Increíble. Miré hacia el mar, sólo unos 3 metros. Suficiente para estamparse con una roca. Quise chillar su nombre, pero entonces ella asomó su cabeza.

- Lo que yo decía…loca de remate. Dame más sustos de estos y te quedas sin Amanda.-sí, Amanda era mi nombre.
- ¿Quieres callar de una vez y saltar? Te he traído aquí para que te olvides de todo, así que ya estas tardando en venir a nadar como una sirenita.-me gritó haciendo ondas en el agua y riendo.

Y salté.

0 comentarios:

Publicar un comentario